l novelista italiano Federico Moccia, las películas “Tres metros sobre el cielo” y “Tengo ganas de ti” (Federico González Molina, 2010 y 2012) se basan en libros suyos que también tienen su versión Italiana, decidió dirigir en 2008 su propio libro, “Perdona si te llamo amor”, una comedia romántica algo simplona pero simpática en parte por su pareja protagonista donde se contaba la historia de un publicista cercano a los cuarenta y como su vida pega un giro de 360 grados cuando conoce a Niki, una adolescente a punto de cruzar los 18, y como el desparpajo de la joven le hace replantearse muchas cosas.
Queriendo repetir el éxito que supuso las dos películas de González Molina volvemos a acudir a Moccia para intentar arrastrar público a la taquilla. De nuevo encontramos adolescentes con las hormonas a mil por horas, un amor imposible, barreras que parecen infranqueables e incluso temas musicales a doquier arropados por unas ralentizaciones de ensueño. Hasta aquí totalmente defendible. El problema es que siendo un defensor del trabajo que hacen Mario Casas (Grupo 7, Mentiras y gordas) y la guapísima María Valverde (Madrid, 1987, La mula) cuya formula y química funcionaban, no puedo decir lo mismo de Paloma Bloyd (La fría luz del día, No habrá paz para los malvados) y Daniele Liotti (Juana La Loca, La herencia Valdemar). No hay química alguna, no te crees prácticamente nada de sus reacciones pero mientras Liotti se limita simplemente a estar, el caso de ella es francamente bochornoso en cúmulo de sobreactuación desde su mismísima presentación. Compone un personaje antipático, repelente, en resumen, de bofetada.
Los secundarios se merecen otro párrafo diferente. ¿Alguien se cree que Andrea Duro (Promoción fantasma, Física o química) puede tener edad para interpretar a una chica que todavía va al instituto?. ¿Alguien conoce a adolescentes que hablen y reaccionen como los que se contemplan en esta película?. Caras monas se codean con la protagonista en un sinfín de situaciones rocambolescas y absurdas como las del parque de atracciones en la que sólo se salva la aparición de Pablo Chiapella en un papel prolongación de “La que se avecina” pero aún así divertidísimo.
Defensor acérrimo de las comedias edulcoradas no puedo hacerlo ahora. Un título que puede enganchar a alguna que al leer “Moccia” en el cartel acuda corriendo esperando contemplar algo parecido a lo que supuso el dueto Casas/Valverde. Siento decir que no hay nada de eso…o casi nada.
